Acorde a la temporada Navideña...¿Feliz?

]u]Summary: La Navidad pasada, él estaba ahí con ella para tomarle la mano y calentarla con aquella habilidad que tenía para calentarle el cuerpo, de pies, a cabeza. Pero esta vez, ella esta sola, caminando sin rumbo por las calles. Aun así, ella siempre tendrá una mágica Navidad, y de eso, se aseguraba él…[/u]

[center]~*~ Una Feliz Navidad ~*~

“I feel you christmas
i know i found you
you never fade away

The joy of christmas
stays here inside us
fills each and every heart
with love
Where are you christmas?
fill your heart with love”[/center]


Estoy soñando con una Navidad blanca, al igual que las que yo conocía antes...

La hermosa melodía arrebatadora de "White Christmas" parecía burlarse de ella.

Kagome se sentó junto a la ventana en un rincón acogedor de la cafetería, envolviendo las manos alrededor de la taza de café con leche que estaba tomando. La ventana estaba empañada con el contraste del frío exterior y el interior caliente, y parecía que todo era borroso.

¿Era el cristal empañado, o el rodar de las lágrimas de sus ojos?

Distraídamente escribió su nombre en la ventana con una mano, antes de limpiar todo lo que fuera a dejar un rastro de claridad detrás. Miró la calle siempre cubierta de nieve fuera de la cafetería.

Mirando la nieve caer, y como los copos de hielo parecían bailar desde el cielo, para descender a la tierra. La Navidad estaba a sólo dos días de distancia, y todo el mundo parecía estar preparándose para ello.

Las personas que caminaban a pie por las calles, ya sea en parejas o en grupos, con sus bolsas de compras y regalasen preparación para la tan esperada fiesta.
Todos hablaban y reían a pesar de aquel frío, y mientras ella sabía que no debía estar celosa de la buena fortuna de los demás, no podía evitar la soledad que sentía en su corazón.

Ahora, ella estaba sola, sentada en un rincón de una cafetería que nunca había frecuentado en el pasado, lamentando lo que había salido de entre los dos...

Lamentó la forma en que ella había gritado, y las palabras que ahora deseaba poder recuperar.

“¿Por qué tenían que pelear?”

“¿Por qué tenía que discutir con él sobre la cuestión de su ex-novia?”

Ello, siempre había sido una sospecha constante en su mente, y ninguna frase o palabras podían tranquilizarla, y se encontró siempre con un montón de locos celos por culpa de la tal “Kagura”.

Kagome siempre había pretendido que entendía plenamente las razones de Sesshoumaru para ayudar a Kagura, que siempre tenia problemas. Después de todo, ella había llegado a Tokio desde Nagoya solo para seguir una carrera, y no tenía familiares ni amigos en ese lugar.

El era el único en quien podía confiar, y este ex-novio era la única opción de Kagura cada vez que necesitaba ayuda.

Lógicamente, le pareció válida, y Sesshoumaru nunca fue alguien de quien desconfiar. Kagome lo sabia bien, y si bien sabia que Sesshoumaru la amaba y nunca traicionaría sus sospechas giraron en torno a como Kagura podía albergas malas actitudes en Sesshoumaru.

Además, la ruptura había sido mutua y amistosa, lo que dejaba un poco de amistad, Kagome no podía sentirse completamente a gusto.

Y estas sospechas pequeñas, volaron con la fuerza de una bomba atómica cuando la dejó a la mitad de una película con un simple...-Tengo que ir…-

Él creyó entender sus dificultades.

Ella pensó que él entendía las suyas.

Y se basa a menudo en tales suposiciones infundadas mutuo, no los seres humanos cometen errores que a menudo terminan lamentando.

Fue asombroso e impactante cómo algunas palabras como "Me debes una explicación, Sesshoumaru" podría comenzar como una gran pelea que terminó con su llanto y él, echando humo. Pero ¿por qué la gente siempre tiene que pensar en retrospectiva?

“¿Y por qué tenía que gritarle a él, y pedirle que la dejara en paz?”

“¿Por qué tenía que gritarle, diciéndole que podría irse muy feliz a la “cama y brazos” de Kagura sin ningún problema?”

“¿Por qué tenían que iniciar la ruptura después de decir que lo odiaba y no quería ver a su cara nunca más?”

“¿Y por qué no decir una palabra o tratar de detenerlo cuando se arrancó los ojos lejos de ella, se acercó a la puerta de su apartamento y azotándola con fuerza y aparente furia contenida salio de su casa?”

Solían ser tan felices, a pesar de los argumentos y de las pequeñas discusiones que tenían aquí y allá.
Mientras bebía el café con leche que poco a poco comenzaba a congelarse, Kagome tuvo un pensamiento de cómo, hubo una vez un tiempo en que había amado a Sesshoumaru, y ahora le dolía la cabeza de solo ponerse a pensar en el.

No tenía ya la extraña sensación de vértigo en el cuerpo cada vez que la miraba, hablaba con ella.

Ella hacía el esfuerzo constante de planear sorpresas para los dos y encontrar una forma en la que el pudiera sentir su amor tangible. A él le encantaba cuando lo sorprendía con una cama llena de rosas.
Las comidas con él eran felices, y los programas de televisión, como las películas, eran agradables cuando las veía con el.
Incluso las llamadas telefónicas se convirtieron en algo que esperar.

¿Cuánto había pasado de aquellas cosas?

A pesar de que nunca había dicho nunca que la amaba, ella sabía que él la quería.

¿Era simplemente machista y demasiado orgulloso para admitir su amor por ella, o él simplemente no la amo?

Su relación acababa de suceder, no hubo declaraciones de amor y ningún otro tipo.

Se pudo conseguir otra compañía tan rápido y fácil que le parecía algo natural para Sesshoumaru. Sea que la compañía era para diversión, o solo para tener relaciones sexuales, conseguirla eran tan fácil, que asta asustaba.

Ahora se veía seriamente concentrada, pensando si verdaderamente le importo o no.

Y pensar que alguna vez fueron tan felices.

Al igual que la acumulación de nieve en el asfalto, que iba derritiéndose, su hermosa relación había llegado a un final desagradable.

Sesshoumaru era un hombre con mucho ego, y su orgullo no le permitiría llegar arrastrándose a ella y pedir que arreglaran las cosas y se dieran una nueva oportunidad.
Aunque era un deseo profundo para ella sabia que eso solo sucedería si el fuera diferente, pero debía recordar que adoraba su forma de ser.

Se enteró de que todo había sido un malentendido; Kagura estaba trabajando como agente de bienes raíces, y se había quedado en una deuda muy grande, al ser estafada por un cliente. En tal situación Sesshoumaru era el único que podía ayudarla económicamente, y si el no la hubiera ayudado, Kagura pudo incluso ir presa.
Eran amigos, y no había hecho nada malo o indecente en lo que Sesshoumaru había hecho. Fue un simple favor de amigos, explico Kagura cuando la llamo para intentar arreglar las cosas.

Pero mientras que el malentendido se había clarado, las palabras crueles y la ira, aun no se habían podido olvidar. Ella tenia su temperamento, y todos sus “trapos sucios” salieron a relucirse aquel día en la discusión. [/color]

Primera parte.

nee-chan!! no pense que te animarias a subir uno de tus bellos fanfics, sabes lo que pienso y lo que quiero. Vamos pon continuacion pronto!, sabes que me gustas como escribes n_n

Cuenta con mi apoyo!!

TQM!! xDD

SEGUNDA PARTE, Y FINAL.

Dejo la taza sobre la mesa revolviendo frenéticamente su bolsa en busca del teléfono celular, antes de contestar con manos torpes debido al frío y lo repentino que la llamada habia sido..

El nombre que apareció en la pantalla fue ‘Sango’, no ‘Sesshoumaru’ como ella quería, para su gran decepción.

Kagome sintió que algo la había golpeado en el corazón, con tal fuerza, que se rompió en pedazos.

-¿Hola?- aunque intentaba lo contrario, su voz sonaba vacía como se si encontrara muerta.

-¡Kagome!¿Podemos vernos en el jardín de cielo Ebisu?- la voz de Sango era brillante y alegre, totalmente diferente y opuesta a lo que era la de Kagome.

-Sango, yo no tengo ganas…-decía la morena con voz pequeña y triste.

-Kagome, no sigas desanimada, ¡hay que salir!, debemos encontrar diversión! No te vendría mal salir y respirar un poco el delicioso y aromático aire invernal que hay por estos lugares, además, el jardín navideño es realmente hermoso! No sabes lo que te estas perdiendo!- decía con alegría.

-Pero ...- intento la joven.

-¡Nada de peros! Ya he sacrificado mi tiempo con Miroku para pasar Navidad y Año Nuevo con tigo... ¡Vamos! Seremos solo nosotras dos, igual que los viejos tiempos, en la secundaria y en la preparatoria.-

Kagome exhalado y miro su bebidaza cual estaba terminada, por lo que interpreto eso como señal de que debía ponerse en marcha, después de todo, Sango había sacrificado su tiempo con su pareja para animarla un poco, y no podía ser tan mal agradecida con ella, que era su amiga desde la infancia.

-Muy bien, yo estaré allí pronto-.

Se limpio las comisuras de la boca con una servilleta y observo, fascinada la manchita color café claro que se impregno en ella, y que a la vez, parecía querer darle dos opciones; quedarse sentada ahí por siempre mirando la servilleta o salir y adentrarse en la multitud de personas que había afuera en el frío de las calles

Aunque quería escoger la primera de las dos opciones, sabia muy bien que no podía hacerlo. Aunque le costara un gran peso no podría defraudar a su amiga, que desde hace muchos años, la ha apoyado en todo. Y con eso, se dijo mentalmente.

-Debo ir, Sango esta esperándome-

Empujando la puerta, y entre coros de ‘Gracias’ y ‘Feliz Navidad’ por parte de los muchos empleados del local, Kagome se abrazo a si misma y salio a la calle entre las frías ráfagas de viento que azotaban la ciudad de Tokio.

Con ellos, le pareció oír su voz, pero se convenció a si misma de que era solo un efecto de su imaginación.

Gracias a ese recuerdo, se sintió más solitaria y con más frío.

La Navidad pasada, Sesshoumaru había estado alrededor de ella, para cubrirle sus manos con las suyas y calentarla, a la vez que la cubría del frío.

No importaba cuanto frío hacia, el tenia la extraña habilidad o capacidad de calentarle el cuerpo(no en el mal sentido¬¬) por completo, de pies a cabeza. Ellos solían pasearse por las alegres e iluminadas calles en Navidad para observar las decoraciones que asimilaban ser cadenas de hermosas piedras preciosas con diferentes destellos, mientras el cielo mostraba su vanidad, dejando caer diamante blancos pequeños, cubriendo los suelos del lugar, y tapando por completo su hermoso firmamento azul, con grandes pedazos de terciopelo negro.

La competencia entre la tierra y el cielo había sido inmensamente bella, más aún con Sesshoumaru alrededor. Kagome había encontrado la alegría en todo, incluso la forma en que llevaba sus manos a su boca y soplaba sobre ellas para darles calor.

Hoy en día, ella estaba caminando sola, y no tenía idea de cuánto tiempo podría tomar antes de que ella una vez más, volviera a tener de compañía de otra persona a su lado.

Kagome estornudó por el frío que le calaba en su pequeña nariz rojiza.

Y no había nadie a abrazarla.

No sabía cuánto tiempo tomó para hacer su camino a Ebisu. Ni siquiera presto atención, y Kagome se dio cuenta de que había tantas cosas que ya no le importaban desde que rompió con Sesshoumaru.

Pero ahora debía ser auto-consiente de si misma o se pondría en peligro.

Kagome perdía la capacidad de reconocerse a si misma.

¿Quién era Kagome Higurashi?

¿Quién era…?

Sin Sesshoumaru, era casi nada en el mundo/universo.

-¿Dónde estará Sango?-Kagome se preguntó mientras miraba a su alrededor. Las magnificas decoraciones Navideñas parecían estar riéndose de ella-que parecía la única persona triste ese mismo día.

Llamó a Sango en su teléfono celular.

-¿Dónde estás?- pregunto mirando a todos lados.

-Estoy de pie cercas del árbol bajo el arco de cristal …¡ya sabes! Frente al lago congelado, decorado con ángeles y flores blancas. ¡Ven rápido!-dijo alegre su amiga por el teléfono.

Kagome lo vio y rápidamente se acercó al lugar, donde las luces brillaban con intensidad y hermosura tal, que por momentos llegaban a cegar la vista.

-Sango, yo no te veo ...- dijo por el teléfono, cuando de repente su cuerpo se congeló y se quedó clavado en el suelo helado.

No podía ser real ...no tenía ninguna razón para estar ahí. No podía. Simplemente, no era real.

-...Sesshoumaru.- susurro con débil voz.

Se dio cuenta de que no soñaba, era muy real y él estaba de pie frente a ella observándola.

Después de haber oído su nombre, Sesshoumaru pensó que su plan con Sango había funcionado de maravilla.

-Kagome, lo siento muchísimo por mentirte, pero…ustedes realmente deben arreglarse. Él es la única persona que puede hacerte sentir mejor. Es un buen tipo, y todo fue un malentendido. No tiene lógica terminar esta relación hasta que las cosas no se hayan aclarado de una buena mane…-

Pero no podía concentrarse en lo que Sango estaba diciendo. Kagome de alguna manera podía entender que Sango estaba hablando, pero el significado de esas palabras se perdían en su cerebro que luchaba por mantenerse cuerda y conciente de que Sesshoumaru estaba en su presencia…

Se veía tan impresionantemente atractivo como siempre, mientras ella sentía que no debía pensar sobre el. Sus ojos estaban hinchados, obviamente, aunque no muy rojos, de los largos períodos de llorar cuando estaba sola en casa.

-Fue un malentendido.- Dijo simplemente, como si no lo supiera.

Ella sólo podía asentir en respuesta.

-Entonces, dime ¿qué piensas hacer con migo Kagome? ¿Qué piensas hacer con nosotros?- pregunto expectante.

Kagome permaneció en silencio.

¿Existe todavía un "nosotros"?

Dos entidades separadas sin nada que los una, ¿aun son un “nosotros”? Además, el nunca había dicho que la quería. Cualquier otra mujer podría llenar su lugar.

-No tendría importancia si fuera otra ¿no?- Ella dijo con amargura, tratando de mantener esa fachada de fortaleza. No iba a durar por mucho tiempo, y eso lo sabía muy bien.

Los villancicos aún permanecían en algún lugar de la atmósfera, haciendo mella en ellos.

Podía ver la forma en que inhalaba y exhalaba. Los ojos de el fueron puestos en los de ella, como si tratara de leer los sentimientos y pensamientos de ella con solo ver sus ojos.

-Si, realmente lo creo-, dijo en voz baja, rompiendo el contacto de sus ojos con ella para posarlos en algún punto infinito del lugar.

-Entonces, dejaré todo en tus manos, para que tu decidas que hacer con nosotros, y…yo respetare la decisión que vayas a tomar.-

Con esas palabras envió una apuñalada de dolor en su cuerpo, pues nunca en su vida había visto en Sesshoumaru tanta tristeza y resignación. Tenia los labios fruncidos en una línea estrecha, muy diferente a su habitual sonrisa arrogante. Podría decir que estaba realmente, ¿triste?

Algo se rompió dentro de ella, y Kagome instintivamente se acercó a Sesshoumaru para cerrar la distancia que había entre ellos. Apocándose en su fornido pecho, a la vez que rodeaba su cintura con sus delgados y finos brazos.

-Tenía tanto miedo de que me dejaras ... No sabría que hacer si lo hicieras, la sola idea de que me engañaras me provocaba mucho miedo. No tienes idea de lo asustada que estaba cuando pensé en ti junto a alguien más...-dijo la mujer azabache.

Las lágrimas rodaban por sus rojas mejillas, marcando con frió su bello rostro. Pero, Sesshoumaru tomó su rostro entre sus manos y lo levanto para mirarla directamente a los ojos.

-Tú no eres la única. No tienes idea de lo asustado que estaba pensando que no soy nada para ti. No me hagas eso nunca más…-pidió casi como una suplica.

Kagome no pudo evitar sonreirá pesar de las heladas lágrimas, por oír algo así venido de Sesshoumaru. Nunca había dicho nada ni remotamente débil o sentimental con ella, y ahora, solo sentía más amor por el que alguna otra vez.

-Sesshoumaru...-

-¿Eh?, dime-

Lo miro a lo ojos, esperando oír lo que ella tanto quería.

-¿Estarás a mi lado siempre?- pregunto.

-Sí.- respondió sin titubeos.

-¿A pesar de lo que pueda suceder?-

-Sí.- Mantuvo su voz firme y un tanto dura.

Kagome tenía una última pregunta para él.

-Y…¿Me quieres?-pregunto con cierto brillo en los ojos, esperando que no la rechazara.

Apoyó los brazos sobre sus hombros y se inclinó hacia adelante de tal manera que él estaba a su nivel, para verla a los ojos.

-Más de lo que puedas imaginar. No puedo tener otra, y nadie puede reemplazarte o tomar tu lugar- dijo con tanta felicidad, que era imposible no creerle.

Tan natural como las cosas que siempre habían ocurrido entre ellos, sus labios se sellaron en un beso. Un beso que prometía a los dos un claro presente, y anhelado futuro, juntos al lado del otro.

-Kagome ...- la llamo Sesshoumaru.

-¿Sí?-pregunto feliz.

-Vamos a ir a mi casa. Me he preparado dos regalos para ti. -le dijo, mirando su rostro con una sonrisa que se observaba radiante en sus labios.

Ella le miró expectante, con los ojos brillando suavemente.

-El primero es una larga, pero muy larga sesión de sexo que nos debíamos de estos días que estuvimos separados ...- Se inclinó para susurrarle al oído una lista de las cosas sucias que pensaba hacer con ella el momento en que llegaran a su apartamento. Kagome abrió la boca en un pequeño “O”.Pero después sonrió, se ruborizo, y asiento con la cabeza, dejando claro que también extrañaba las caricias de su pareja, y que era algo anhelado.

-¿Es eso lo único en lo que puedes pensar?- Le reprendió, apretando suavemente su brazo de manera juguetona.

-Oh, hay otro regalo.-dijo.

Mirando hacia el hombre que amaba tanto, Kagome sonrió y preguntó:

-¿Qué es?-

Sesshoumaru rompió el contacto con sus ojos y miró hacia delante a la vez que sostenía la mano de Kagome junto a la suya. Y daba un paso adelante. -Yo no diré nada.-

-¿No me darás ni siquiera una pista?- le pregunto picara.

-Nop. Pero…no desesperes, puedes verlo por ti misma… más tarde-

-¿Hehhh?- ella gimió molesta, dándole miradas falsas de reproche.

Él simplemente le sonrió, y la sonrisa no desapareció durante unos diez segundos mientras caminaban.

Esta podría ser la Navidad más feliz de su vida.

Mientras tanto, en la mesa del comedor en el apartamento de Sesshoumaru en el centro de Tokio, un anillo de diamantes de diamantes, se encontraba en su caja de terciopelo rojo, justo encima de una mesa que llevaba un deliciosa cena para dos, con velas y champage fría, siendo hermosamente alumbrada por los foquitos del árbol navideño de aquella habitación, esperando a que llegaran las personas que disfrutarían de ella, para asombrarlas con su belleza, en aquella noche nevada de diciembre.

FIN